lunes, 11 de mayo de 2020

29 de abril

No dejes que el diablo te engañe

Gloria Copeland
«Cuando [el diablo] habla mentira, habla de lo que le es propio; porque es mentiroso y padre de la mentira»
(Juan 8:44)

Para algunas personas es difícil creer en las promesas de Dios porque han visto muchas cosas en el mundo natural que parecen contradecirlas. Han visto diezmadores fieles irse a la quiebra. Han visto cristianos enfermos que no han recibido sanidad.

En realidad, sería más exacto decir quepiensan que han visto esas cosas. Esto sucede porque, en el mundo, hay un engañador muy activo. Un impostor que con diligencia ha estado haciendo el mismo trabajo desde el huerto de Edén: engañando a la humanidad para que crea que la Palabra de Dios es una mentira.

Y después de maquinarlo por miles de años, lo ha perfeccionado. La próxima vez que él diablo trate de hacerte ver las cosas como si la Palabra de Dios no fuera a obrar en tu vida, piensa en eso; cuando te haga ver que toda esperanza está perdida, dile: “No me preocupan las apariencias. Yo creo en la Palabra y rechazo toda duda”.

Déjame mostrarte lo que quiero decir. ¿Has visto un espectáculo de magia donde alguien se mete dentro de un cajón y luego lo parten por la mitad con una sierra? Puedes verlo con tus propios ojos. Los pies de la persona salen por un lado del cajón y su cabeza se asoma por el otro,  el cajón queda dividido en dos. Entonces, el mago une las dos mitades, y la persona que estaba en el interior del cajón salta fuera del el.

Ahora dime, ¿de verdad creíste, aunque sea por un instante, que a esa persona la cortaron por la mitad? ¡Claro que no! Sabías que habías visto un truco, un engaño, algo que parecía de cierta manera cuando, en realidad, era de una forma completamente diferente. Quizás no sepas cómo se hizo. Tal vez no seas capaz de explicarlo. Pero sabes que a una persona no pueden cortarla por la mitad y luego volverla a unir.

De esa manera debes pensar con respecto a la Palabra de Dios. Necesitas aprender a confiar y a depender de ella, a tal punto que cuando Satanás te muestre algo en el mundo natural que parezca contradecirla, puedas decir: “Bueno, yo vi eso, pero no voy a ser tan insensato para creerlo. Yo sólo creo la Palabra de Dios”.

Si haces eso, el padre de mentira nunca podrá engañarte.

Lectura bíblica: Salmos 119:89-104

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