lunes, 11 de mayo de 2020

28 de abril

Sigue tu sueño

Gloria Copeland
«Pero Moisés le respondió a Dios: «¿Y quién soy yo para ir ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?» Y Dios le respondió: «Ve, pues yo estaré contigo. Y esto te servirá de señal, de que yo te he enviado: Cuando tú hayas sacado de Egipto al pueblo, ustedes servirán a Dios sobre este monte» 
(Éxodo 3:11-12)

¿Alguna vez has tenido un sueño inspirado por el Espíritu Santo, un sueño de hacer algo realmente grande para Jesús? ¿Un sueño de ser tan próspero que puedas financiar un avivamiento en toda la nación? ¿El sueño de llevar miles de personas al Señor?

Quizás lo hayas tenido alguna vez, pero tal vez no te atreviste a llevarlo a cabo. Posiblemente pensaste: “Yo no puedo hacer eso. Satanás me ha mantenido derrotado por tanto tiempo que tengo una imagen muy pobre de mí mismo”.

Si es así, te tengo buenas noticias. Si confías en Dios, aunque tu autoimagen sea muy pobre, no te apartarás del éxito. Lee el libro de Éxodo y verás el ejemplo de un hombre que lo demostró. Su nombre era Moisés.

Moisés no tenía una buena imagen de sí mismo. Había cometido un error gravísimo al inicio de su carrera. Fue un error que lo llevó al desierto, en el que estuvo 40 años pastoreando las ovejas de otra persona.

Moisés había soñado una vez con ser el libertador del pueblo de Dios, pero ya no. En su opinión, él era un derrotado… un fracasado… ¡un frustrado!

Pero Dios no pensaba así. De hecho, cuando Dios se apareció a Moisés en el desierto, no le pidió que le mostrara sus méritos. Tampoco le mencionó nada acerca de su turbio pasado. Sólo le dijo que fuera a ver a Faraón y que le dijera que dejara ir al pueblo de Dios.

Pero Moisés seguía lidiando con la pobre imagen que tenía de sí mismo. “¿Quién soy yo para presentarme delante del Faraón?”, balbuceó él. ¿Sabes cómo le respondió Dios? Le dijo«…Ve, porque yo estaré contigo».

No importaba quién era Moisés. Lo que importaba era que el Dios viviente estaba con él. Lo mismo es cierto acerca de tu vida hoy. No necesitas poseer una lista de éxitos para responder al llamado de Dios. No necesitas un gran conjunto de méritos espirituales. Todo lo que necesitas es la presencia del Señor.

Piensa en eso, cuando el diablo te diga que eres un fracasado y que nunca podrás hacer lo que Dios te ha puesto en el corazón, ponlo en su lugar. Dile que no importa quién eres, pues el Dios viviente está de tu lado. ¡Luego, atrévete a seguir tu sueño!

Lectura bíblica: Éxodo 3:1-14

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